Amo al maestro Jesús
Sus anécdotas, sus enseñanzas y su compasión me revelan cada día el poder del amor y la compasión en nuestras vidas.
Licensed Massage Therapist, International Accredited Yoga Therapist
Escuela de Artes Místicas
Jesús vive entre nosotros y somos capaces de amarle en la medida que revivimos sus enseñanzas. Cada vez que admiro sus relatos y sus experiencias crezco más en amor hacia él y su legado viviente.
Hace más de dos milenios Jesús el Cristo nació entre nosotros, y aunque existen una gran cantidad de versiones acerca de su historia una cosa es evidente y clara, su sendero es de bienestar y sanación hacia todos a través del amor y la compasión sin reservas. Aquí algunas cosas que admiro de Jesús:
Su humildad, su simpleza: Atesoro por ejemplo el relato de la limpieza de los pies de los discípulos, lo cual es ordinario y sagrado. Lavar los pies, masajear los pies es un acto tan noble y de gran humildad. Es muy bien recibido y agradable para cualquiera. Es sencillo, necesario y a la vez sumamente sanador. Además a nivel espiritual representa esa apreciación y valoración de un sendero, lo que te ha traído hasta aquí, hasta ahora y darle el amor que se merecen por haberte llevado a todos los lugares que lo hicieron.
Su creatividad consciente: Admiro y me fascina el momento donde expresa: “Quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. En ese momento el pueblo estaba preparado para tirarle piedras a una prostituta, ley de aquellos tiempos violentos. Si Jesús les decía que no tiraran las piedras estaría violentando esa misma ley, si endosaba y participaba del evento perpetuaría la inconsciencia de las masas.
Entonces él nos invita a mirar hacia adentro, a un examen sorpresa de consciencia individual. Y allí en medio de la confrontación entre el criminal y su verdugo, entramos en una introspección y soltamos no solo las piedras, sino más allá la idea de juzgar a los demás. Qué gran regalo en medio de tal costumbre inconsciente, entrar directamente al Ser y abrirle los ojos a todo un pueblo con tanta creatividad y habilidad.
De aquí en adelante, ante cualquier posible juicio anteponemos nuestra propia honestidad y nos libramos del peso de la consciencia y el juicio que es tan agotador y que nos separa de quienes más necesitamos. Así se transforma el ego de la superioridad y se nutre el cultivo de la compasión.
Su práctica meditativa: Ese momento donde Jesús considera entrar a la ciudad, auto declarándose el Salvador es un momento muy definitivo para él. Si lo entendían, lo escucharían; pero si no lo comprendían lo condenarían a crucifixión por impostor. ¿Y qué decide hacer?, irse a meditar. En esa meditación al parecer comprende que su propósito es más importante que su propia posibilidad de morir, y continúa con el plan divino en confianza y decidido a llevar un mensaje de unificación, de paz y del poder de su divino corazón ante todo.
Aquí nos revela el gran poder de la meditación, filtrar los pensamientos de impotencia, de duda, de incapacidad y permitirnos entender o continuar nuestras más altos propósitos. Nuestra capacidad de sobrepasar la duda y actuar desde la confianza en la humanidad y en nuestra propia divinidad.
Cada uno de nosotros tiene ese mismo DNA meditativo de Jesús. Tenemos esa gran posibilidad de actuar desde nuestros propósitos superiores y dejar a un lado el miedo y la sensación de insuficiencia. En el momento en que meditamos, vemos esa gran verdad ante la quietud de nuestro propio ser, y así se nos revelan nuestros próximos pasos.
El amor a Jesús me ofrece… Me ofrece una gran capacidad de amarme a mí mismo y así amar a los demás sin juzgarlos, en plena aceptación y sin expectativas. Jesús me ofrece un descanso de la mente agobiada por las preguntas, las “realidades”, las opiniones propias y de los demás.
Me ofrece además un gran modelo de a seguir, al poder preguntarme: ¿Qué haría Jesús? ¿Cómo respondería a esta prueba? ¿Cómo se acercaría a esta o aquella persona? Muchas veces sus enseñanzas me revelan el camino a seguir, y en ese momento me siento acompañado. Me siento confiado y totalmente seguro de que el camino que quiero escoger es el de la amistad, el amor y la compasión hacia toda la humanidad.
Algo similar a lo que invita San Ignacio de Loyola cuando nos invita a vivir en la compañía de Jesús, a su lado, sintiéndolo presente en nuestro interior, viviendo en su amor a la humanidad y en la paz que eso representa. Es sencillo y liberador es lo que representa para mí el Sagrado Corazón de Jesús.
¡Gracias maestro Jesús, gracias!
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